16.2.09

Después del largo fin de semana del amor, en el que las parejas demostraban su amor en cada momento, donde el zócalo capitalino se regocijaba con la presencia de un charro y un besoton, donde las plazas comerciales estaban a reventar haciendo presa de sus altos precios a cada enamorado que las visitaba, en ese fin de semana donde los hoteles estaban llenos aún siendo las 3 de la mañana y seguían llenos, este disco es un alivio a tanto ajetreo que se combino este fin de semana.
La niña más guapa de Londres dignifica esa parte sensible que cada persona tiene, con un disco así hace que te enamores de ella, que te burles del amor y que te den ganas de dedicar una que otra canción. Los ritmos varían de forma que no te aburre el disco, que lo puedes escuchar varias veces en random por muchas horas sin desacato alguno; las líricas vienen de un sarcasmo mostrado a mil kilómetros por parte de la autora, el sentimiento le gana en algunas otras, la parte popper no la esconde y el enojo se encierra con otras.
Lo invariante del significado de cada canción hace que le pongas más atención y escuches una y otra vez esas que te encantaron en la primera escuchada, hace que pongas atención por ejemplo en: I Could say ó en 22 ó en Him ó en Fuck you ó en Not Fair; y que en algunas otras cómo The Fear, Who’d have know, Never gonna happen sientas como el sentimentalismo florece aunque seas la persona más fría del planeta. Después de escucharlo te dan ganas de muchas cosas, las mismas ganas que se quedan en ese disco popper que no lo podía hacer otra que no fuera Lily Rose.

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